Pese al título, esta no es una carta para saludar a amigos y familiares, esto va por otro lado, ya lo comprobaréis. Arranco con un “Donde fueres haz lo que vieres”. Esta es una máxima que nos recomiendan nuestras madres o abuelas cuando salimos de casa más lejos de nuestro hábitat natural -depende de cada uno dicho hábitat que puede circunscribirse a un área de 20 kilómetros a la redonda, lo digo por la efusividad de algunos progenitores en las despedidas de sus hijos a los inminentes campus de baloncesto-.
Personalmente procuro llevar esta premisa hasta las últimas consecuencias y ya que estoy a varios cientos de kilómetros de mi casa, en concreto en Kaunas (Lituania) intento no traicionar la voluntad de mi madre, pero estos días he visto cosas que me negaría a reproducir y asumir como propias, aunque haré un esfuerzo. Los que asistieron a la Final Four probablemente se quedarían igual de ojipláticos como yo cuando hemos visto en acción a un personaje que en su día acompañaba al Spartak de Moscú y ahora lo hace con la selección rusa.
Para los que no lo conozcan, la descripción podría ser la de un jipitano. Un momento, que nadie se ofenda, Los Jipitanos son una asociación que promueve el intercambio cultural y la diversificación. El personaje, desde ahora jipitano, también le gusta mucho el intercambio –no sé si cultural- de abrazos, besos, caricias y demás muestras de cariño con las jugadoras, y también promueve la diversificación porque le da igual que sea pívot, alero o base. Físicamente, más que un jipitano, que el subconsciente colectivo nos puede llevar a un hombre con greñas más bien moreno, que lo es, deberíamos llamarlo yupitano porque no tiene problemas en hacer ostentación de su poderío económico.
El personaje en cuestión -posteriormente nombrado jipitano y desde ahora yupitano- además de ejercer de animador moral también se permite el lujo de aleccionar a las jugadoras, dar instrucciones técnico-tácticas, comentar con los árbitros…y todo sin ser el seleccionador, cargo que ocupa un elegante en sus formas Tihonenko. Este yupitano me ha marcado pero sólo espero que se corte un poco en el próximo Eurobasket.
La lección es que no hay nada como viajar para darse cuenta de lo diferentes que somos. De rebote, tal vez me ha servido también para comprobar las dificultades que tengo para expresar mi cariño hacia la gente. Os dejo, que mi psicoanalista me obliga a repartir unos cuantos abrazos al resto del cuerpo técnico para no sentirme acomplejada. Lo dicho, besos y abrazos desde Kaunas.
miércoles, 3 de junio de 2009
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1 comentario:
Vaya, y yo que pensaba que los del este eran bastante fríos.
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