De vuelta de la Copa de la Reina retomo el que parecía ser un ‘blog interruptus’. Mis disculpas al respetable por ello.
Motivos o excusas para iniciar un texto puedo encontrar decenas tras un evento como el torneo copero pero me voy a quedar con una imagen y en concreto con una cara, la de Laia Palau recogiendo el título de MVP (como si fuera ‘la Ana Rosa’ anunciando un colchón os invito a repasar la galería de imágenes o incluso el video que podéis encontrar en el canal youtube de la FEB).
La base catalana quería esbozar una sonrisa pero había un par de cosas que resultaban que dicho gesto fuera forzado, por un lado, y sobre todo, el cansancio. La cara de Palau era la de alguien que se había vaciado en el campo, lo había hecho así por dos veces durante 50 minutos en menos de 24 horas, en semifinales y en la final. A la base del Ros Casares no le quedaban más piernas para defender en toda pista y recuperar, tocar o interceptar ni un balón más de los que ya había robado ese fin de semana; tampoco podía ya Palau afinar más la puntería de lo que lo había hecho anotando 18 puntos en dos encuentros – prueba de ello fue su último lanzamiento en la final, de lado a lado del tablero (es grande hasta en eso)-, ni le quedaban muelles a la jugadora catalana para capturar ni uno más de los 10 rebotes con los que se hizo, ni visión de juego para encontrar a otra compañera y sumar una asistencia más a las 6 que repartió en Zaragoza.
Sin duda que la valoración estadística global de Laia Palau fue muy inferior a la Delisha Milton, y a la de alguna que otra compañera más, pero es que todavía no hay un sistema informático que refleje el trabajo en pista, la intensidad y el no dejar hacer al rival que desplegó Palau. Pero tranquilos, que si algún día se inventa ese programa lo manejará a la perfección el gran Antonio Alcalá.
Lo dicho que la cara en este caso era el espejo del alma y esa es la que me gustaría a mí y me imagino que a muchos entrenadores ver en sus jugadoras al final de un entrenamiento o partido. Ojo, que no estoy invitando a nadie a poner a sus jugadoras a correr 2 horas, con fartlek, series de gradas y demás para ver caras de que lo han dado todo….
Por último, que no se me ha olvidado, que había dicho que había un par de cosas que hacían que la cara de Laia Palau como MVP fuera la que era, una el cansancio por haberlo dado todo, la otra, para mi gusto, cierta timidez ante un reconocimiento individual, sino echar un vistazo también a cómo intenta pasar desapercibida después de meter el triple desde medio campo sobre la bocina antes del descanso.
martes, 12 de enero de 2010
Una MVP con cara
Etiquetas:
baloncesto,
basketball,
copa de la reina,
palau,
ros casares
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me encantó el partido, aunque soy de Perfumerías y no me gustó que ganara Ros, jejeje.
Por cierto Laia es una de esas que admiras nada más verla un instante en pista.
Publicar un comentario