Este fin de semana, entre cancha y cancha de baloncesto a la que acudía a la carrera, me ha dado por reflexionar. La pregunta a modo de exclamación es la siguiente: ¡¿En qué momento dejan unos padres de ver jugar a baloncesto a sus hijos?!
Comencé el sábado a las 9,30 horas arbitrando y dirigiendo a un equipo de premini en el que los chavales están perfectamente respaldados por sus padres. A esa edad, los progenitores aún tienen que atarles bien las zapatillas, les traen la botellita de agua, les arropan para que no pasen frío y les dan el zumito al final del partido. Después arbitré otro partido de infantil femenino escolar en el que las niñas son unas princesitas para sus padres y obviamente el apoyo es total. Terminaba la mañana dirigiendo a mi equipo cadete femenino con un grupo de padres excepcional en el que están todos los fines de semana acompañando y animando a sus hijas, haciendo de mesas, taxistas y lo que haga falta para que las niñas continúen con la práctica deportiva.
A la tarde llegaban los equipos de seniors. En Primera Nacional y Autonómica masculina pude comprobar en algunos casos cómo tan sólo una decena de personas asistían como espectadores. Obviamente, ni si quiera los padres de los jugadores se daban cita en el pabellón. En algunos casos, sobre todo en el baloncesto masculino, las novias son las que sustituyen a los progenitores y algún que otro personaje que acaba de salir de la piscina y se queda a ver un cuarto.
Aunque parezca mentira aún me dio tiempo a pasarme por un par de partidos de Liga Femenina 2. En el primero de los casos me tomé mi tiempo para contar el público que había en las gradas y no me supuso una gran inversión, sirva decir que había más gente en la cancha (jugadoras, entrenadores, mesas, árbitro y estadísticas) que espectadores. Al tratarse de un equipo semiprofesional, en ocasiones, la falta de identificación con las jugadoras, a veces desconocidas o extranjeras, provoca, entre otras cosas, una visión desangelada de las gradas. Muy diferente era el panorama en el otro pabellón de LF2 al que acudí. Los aficionados sabían que su equipo se jugaba gran parte de las opciones de permanencia en el choque y llenaron el anfiteatro. Varias jugadoras de la casa y cierta identificación con el equipo favorecen que las categorías inferiores, aficionados en general y que familiares y amigos acudan a apoyar a las suyas.
Salvo ciertas excepciones, la incógnita sigue siendo la misma, ¿cuándo los padres dejan de acudir a ver jugar a sus hijos al baloncesto?, ¿el salto está entre juveniles y seniors?, ¿depende de la categoría en la que se juega?, ¿por qué algunos padres llevan en la grada la anotación de sus hijos?... Espero respuestas que me ayuden a aclararme las ideas.
PD: Yo he vuelto a ponerme las botas hace unas semanas en Primera Nacional en Gernika y los padres de esta gente merecen mención a parte. Viaje a Pamplona un domingo a la mañana, el grupo de cerca de 10 incondicionales nunca falla y después de cada partido los bocatas, los dulces y bebidas nunca faltan. ¡¡¿¿Así cómo se va una a retirar??!! Gracias
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9 comentarios:
Así que has vuelto!!! Eres toda una rockera...
Hay q explicar q una cancha de LF-2 esta en el monte, y la otra en el centro del pueblo, por ahi vienen muchos de los problemas
¿Pero no os dais cuenta sobre lo que nos quiere hacer reflexionar?
Tengo 47 años y este fin de semana nuestro hijo debutó en la liga LEB Oro con CB Illescas y, como no podía ser de otra manera, nos fuimos la familia (3) desde Almería a verlo jugar, fueron sólo 5 minutos, pero ahí estuvimos con él.
Soy entrenador de un equipo infantil, es mi 2ª temporada con ellos y todavía no conozco a algunos padres de mis jugadores.
¡Eso es sobre lo que hay que reflexionar!
¿Qué está pasando? ¿Es el deporte una actividad necesaria y complementaria o es donde aparco a mi hijo/a 3 tardes a la semana y así puedo dedicarme a lo mío?
Un saludo, Luis.
la ubicación es importante, pero no lo es todo...
razón básica? cuando el niño llega a la edad adulta que ya no necesita tanto la proteccion paterna...
llevo entrenando al mismo equipo femenino desde que eran benjamines y son juniors de ultimo año, me quedan dos o tres madres del grupo.
Tu misma. Un saludo
Soy padre y entrenador accidental de un equipo de niñas en categoría infantil, aparte de ser el padre de una de ellas. Llevo 5 años de entrenador, desde que empezó mi hija mayor. Muy rara vez acude algún padre a ver los partidos de sus hijas. Incluso he llegado a ver como un padre no permitía a su hija participar en las pruebas para la selección de la comunidad autonoma, porque si la seleccionaban tendría que estar llevándola a las concentraciones.
Solo unos pocos locos damos apoyo total a nuestros hijos en el deporte, la mayoría ni fu ni fa (incluida mi mujer).
Saludos.
Soy padre y entrenador accidental de un equipo de niñas en categoría infantil, aparte de ser el padre de una de ellas. Llevo 5 años de entrenador, desde que empezó mi hija mayor. Muy rara vez acude algún padre a ver los partidos de sus hijas. Incluso he llegado a ver como un padre no permitía a su hija participar en las pruebas para la selección de la comunidad porque si la seleccionaban tendría que estar llevándola a las concentraciones.
Solo unos pocos locos damos apoyo total a nuestros hijos en el deporte, la mayoría ni fu ni fa.
Saludos.
Eso mismo, poco apoyo a los hijos, en general, en cualquier actividad y a cualquier edad. Aburrimiento, falta de ilusión, falta de interés por el deporte, no hay objetivos, no hay comunicación, egoísmo...
Its just a brain storming. Saludos.
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