Lamentablemente, nunca estaré más cerca del Gordo de la Lotería de Navidad de lo que lo he estado en esta ocasión. La suerte cayó en el 32.365 y yo llevaba el 32.305. Fatal coincidencia porque sólo me faltaba el rabito del 6 para que me tocaran 150.000 euros (la mitad porque era un décimo compartido con una compañera de trabajo). Obviamente me quedé con la pedrea o la pedrada, según se mire.
Realmente no sé por qué insisto. Los juegos de azar y en concreto el sorteo de Navidad no son lo mío. La diosa fortuna no me mira ni de reojo y sirva de ejemplo que hace 3-4 años tocó un segundo o tercer premio en el club de baloncesto en el que había jugado casi tres años y que por falta de coincidencia espacio-temporal esa Navidad no llevaba ningún boleto, aquellos mismos que yo había vendido por decenas en campañas anteriores…
Pero lo cierto es que la Lotería de Navidad nos toca prácticamente a todos los clubes de baloncesto. Las entidades modestas, entre las que también me encuentro, nos pasamos 2-3 meses sellando papeletas, repartiendo boletos entre los jugadores, vendiendo lotería y recogiendo el dinero para poder aumentar ligeramente las arcas del club. Trabajo en la sombra que directivos realizan para que los jugadores tengan balones, equipaciones nuevas y material para que puedan practicar baloncesto.
Esa recaudación, al final, es nuestro verdadero premio y nos toca a toda la familia del baloncesto, al margen de que nuestro número lo canten o no los niños de San Ildefonso. Para ellos mi modesto homenaje.
Feliz año a todos y os dejo porque seguiré intentando convertir el ‘0’ en un ‘6’. A ver si le pongo el rabito y me hago con ‘El Gordo’.
martes, 23 de diciembre de 2008
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